jueves, 1 de octubre de 2009

La Mezquita de Córdoba




La primera mezquita de Córdoba se construye en el año 786, por encargo de Hishan I. 130 columnas sustentaban diez naves, a las que se adosaba un patio rectangular de 74 metros de largo. En el año 833, Abd al-Rahman II añadirá una columnata al patio, al tiempo que se prolongarán las naves y se construirá un nuevo mihrab.
Entre los años 945 y 961, en la época de máximo esplendor del Califato, Abd al-Rahman III ampliará el patio y el minarete. Su hijo, Al-Hakam, derribará el muro meridional y volverá a ampliar la Mezquita, con más naves y otras 120 columnas. También se construyen tres espléndidas cúpulas que anteceden al nuevo mihrab.
En el año 987 se vuelve a ampliar el patio hacia el este y se termina la decoración de la Puerta del Perdón. Hisham II decide añadir ocho nuevas naves a la Mezquita, para acoger a los fieles de una ciudad que cada vez tiene más población.
En 1492, apenas concluida la Reconquista, el consejo eclesiástico de la ciudad ordena demoler el centro de la Mezquita para construir una enorme capilla de estilo gótico tardío, obra que concluirá en 1523, en tiempos de Carlos V.
Centro de la vida religiosa de la Córdoba musulmana, el interior se organiza por medio de un novedoso sistema de arquerías. El arquitecto cordobés introduce una importante novedad: el empleo de dos soportes superpuestos, una columna abajo y un pilar arriba, y dos arcos: uno inferior, de herradura, y otro superior, de medio punto, que recibe la techumbre de madera. En total se utilizaron 612 columnas, casi todas recuperadas de edificios romanos, rematadas con pilastras en las que nacen los arcos sobrapuestos, ambos de herradura, donde se combina la piedra y el ladrillo para crear una llamativa bicromía.
Todo el lujo y el barroquismo de la Mezquita se concentran en la zona de la maksura y el mihrab. Destaca el juego de arcos lobulados y entrelazados decorados con ataurique, creando una característica red de rombos. La decoración tendría una función simbólica, relacionada con el poder del califa cordobés y el gusto islámico por la suntuosidad.

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